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Published on: Testimonios

Testimonio Elisa

Mi nombre es Elisa. Desde niña siempre creí en la familia. En su infinita protección y en su representación social como refugio desde la cuna hasta la tumba. Fui la menor de tres hermanos, con los cuales sólo compartí los lazos maternos, ya que nuestros padres no eran los mismos. Una hermana y un hermano, la diferencia de edad entre ellos y yo es de 15 con mi hermana y 17 con mi hermano. 

“La hija de la vejez” como solía llamarme cariñosamente mi mamá. Cuando fui creciendo ya mis hermanos no vivían en casa, cada uno había comenzado una vida de pareja con la cual compartían hogar. Quedamos entonces viviendo en “la casa de la finca” como se le conocía a mi casa de la infancia mi mamá, mi abuela, a la cual se le estaba desarrollando la enfermedad de Alzheimer y yo. 

Durante los próximos años la vida continuó sin muchos contratiempos, o bueno algunos, pero que no vienen justo al caso. Resulta ser que cuando cursaba la secundaria básica, falleció mi abuela, víctima de su enfermedad tras padecer por largos años. Quedamos entonces solo mi mamá y yo.

Luego de terminar los estudios medios, escogí la carrera de teatro; siempre tuve inclinaciones por el arte. Entre mis hermanos y yo convencimos entonces a mi mamá para que aceptara a uno de sus pretendientes pues yo me iría de casa a estudiar lejos y ella entonces se quedaría sola. Por estos tiempos mi casa había sido arrasada por un huracán, lo cual provocó derrumbe total, lo cual se hubiese podido evitar si las autoridades del gobierno hubieran brindado su ayuda cuando tantas veces fue mi madre a pedirla, por las malas condiciones en que se encontraba la vivienda y ser ella una mujer sola con una hija adolescente y una anciana enferma. La solución luego del derrumbe fue construir con los escombros de la propia casa un cuarto provisional mientras se gestiona la construcción de la nueva vivienda. 

Ocho años de penurias, de reuniones, quejas, idas con cuanto dirigente existía para concretar la entrega de los materiales, hasta que, por fin gracias a algunos de mis amigos con oficios de albañil, a los esfuerzos del esposo de mi mamá y al nuestro propio, pudimos terminar la casa. 

Dos años solamente serían los que podría disfrutar mi madre de su casita, su vida terminó antes de que pudiéramos tan siquiera despedirnos. Y es precisamente después de este suceso que ese refugio llamado familia comenzó a desmoronarse.

Mi hermano, el mayor de los tres y por tradición el protector de la familia se volvió en mi contra. Mi presencia y mi condición homosexual comenzaron a molestar en su existencia. Para ese entonces yo vivía en la casa de la finca y él había construido una casa detrás. Las continuas discusiones por cualquier motivo, todo mi accionar era negativo para él. En varias ocasiones me dijo que me fuera, que yo no pertenecía allí. Otras tantas veces cortó el fluido eléctrico de la casa por días, en una ocasión en que mi novia y yo limpiamos el patio, él vino y nos agredió con un azadón gritando cualquier tipo de oprobio en contra nuestra. 

Otro día me dijo en otra discusión que arremetía a piedras contra mi persona. Todos estos sucesos que groso modo puedo recordar fueron en presencia de mi hija de tan solo 7 años. Ante estas circunstancias tuve que abandonar mi casa e ir a vivir a una renta.  

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